RENAEL GONZÁLEZ BATISTA: UN ESCRITOR “DEL INTERIOR”

RENAEL GONZÁLEZ BATISTA: UN ESCRITOR “DEL INTERIOR”

Renael González Batista es el poeta en quien por toda su obra corre la sangre de lo cubano, y ya merece un especial reconocimiento nacional. Por supuesto, no pienso que esa esencia cubana que deja salir de su obra está solo en el campo o «el interior» de la isla, desde donde, en ocasiones, habla Renael con voz cubana o con voz cubana-guajira. Esa esencia está en las capitales, en los ríos como el Almendares, que corre por el llamado Bosque de la Habana, en las guayaberas que usan y han usado dirigentes, maestros, personas pudientes y menos pudientes. No está en la mezcla de razas, no está en cultos africanos o aborígenes, no. La esencia cubana está en la pureza que sobresale más allá de cualquier mezcla o intento de copiar la realidad de otros lugares. O sea, trato de decir que no se es menos culto por hablar en cubano, como no se es menos culto por haber nacido en cualquier rincón del país, o en la más importante capital, o por no tener recursos económicos suficientes para entrar con vestuario elegante en el lugar donde se celebre cualquier actividad. Prueba fehaciente nos la da Renael González, que de su vida de campesino pobre saltó, como para denunciar ese tiempo que le tocó vivir, a derramar cultura cubana, escribir y ganar premios que gratifican y garantizan el valor de su obra. En 1973 ganó el premio José María Heredia con el poemario Sobre la tela del viento. Aunque mucho valor tendría dar de beber en este ensayo sorbos del delicioso vino de su creación, solo tomaré al azar algunas muestras como las de este libro de décimas titulado Piel de polvo, que con prólogo escrito por Jesús Cos Causse le publicó la Editorial Oriente en 1988. En este prólogo Cos Causse dice de Renael:

[…] recuerdo cuando Mario Benedetti señalaba que la obra de nuestro querido José Soler Puig significaba la hazaña de un provinciano, insistiendo certeramente en cómo un escritor lejos de la capital, había escrito (sigue escribiendo), una obra capital.

Digo esto, no con el ánimo polémico de remover las cenizas de esa vieja y anacrónica discusión que si La Habana, que si las provincias, sino, justamente y por justicia, para destacar la silenciosa labor, que desde su entrañable Puerto Padre ha realizado Renael González […]

Desde su primer libro Sobre la tela del viento (1974)  […] el esplendor de la naturaleza encontraba la voz, la música que le faltaba, en fin, su cuerda, humanizando la vegetación, transformando el paisaje en palabra, verso a verso.

Y, como para corroborar la situación del Renael de entonces, de después y de ahora, aunque ya su obra es multipremiada, traigo aquí el poema titulado «Poeta del interior»

He llegado a La Habana.

Soy un desconocido poeta provinciano.

Todavía traigo sinsontes en la voz.

En la primera mirada se me nota

mi parentesco con yerbas y raíces,

cierta rusticidad de güije y ceiba.

Mi amigo me presenta

media docena de nombres consagrados.

Buenos poetas que me escrutan

con no sé qué de técnico radiológico.

–No, no he publicado libros todavía.

–Sí, este es mi primer viaje al extranjero.

¿Cómo escribir sobre Renael sin poner delante este poema?, el mismo que podría escribir ahora, solo agregando los más de 30 libros publicados y los premios «tan calladitos»

Pero nada mejor que este soneto del libro Donde el amor está multiplicado (Ediciones Caserón, Santiago de Cuba, 1989) para que se compruebe esa voz campesina engalanada con las más ricas prendas de su cultura literaria: