JESÚS DAVID CURBELO
La decisión de una autora de elaborar una antología con buena parte de su trabajo de más de cuatro décadas, entraña una audacia muy por encima de cualquier afán de notoriedad o vanagloria. Es la valentía de ofrecernos un legado con aquello que pudiera resultar más atractivo para los lectores, un ajuste de cuentas con esa larga cadena de enamoramientos, indecisiones, arrepentimientos y alegrías transitorias que deja el acto de haber escrito y publicado diez libros y tener varios inéditos, y en géneros tan disímiles como la poesía, la narrativa para niños y jóvenes y la crítica literaria.
Por eso cuando Carmen Serrano me convocó para que le echara un vistazo a su selección personal, accedí gustoso. Respeto mucho el trabajo intelectual serio y sostenido como para negarme a cooperar con un proyecto de esa envergadura. Debo confesar, no obstante, que poco aportó mi ―revisión- a la propuesta original. Ya Carmen había elegido con tino y elegancia la mayor parte de la muestra. Me limité, en verdad, a sugerirle descartar algún que otro texto (sobre todo aquellos en que abandonaba el tono reflexivo) e incorporar otros que había desatendido sabe Dios por qué sutil nivel del ejercicio de autoridad contenido en la palabra autora. Desde luego, la mirada de otro siempre es interesante. Ve y nos hace ver detalles que pasamos por alto, máxime en una labor tan íntima y tan ingrata como esa de elegir entre nuestros vástagos, a quienes siempre queremos a pesar de sus imperfecciones o limitaciones. E incluso gracias a ellas. En ese sentido, mi examen comprometido de un modo diferente, tal vez contribuyó a despejar algunas dudas de Carmen con respecto a la pertinencia del conjunto y, obvio, de ciertos textos en particular.
El volumen que tienen ustedes en sus manos es el corolario de esas certezas comentadas. Una muestra que arranca con los poemas de su primer cuaderno Por este medio, premiado y publicado en Santiago de Cuba en el ya muy lejano 1972, cuando Carmen era apenas una jovencita, y cierra con poemas para niños, varios textos críticos sobre la obra de poetas cubanos contemporáneos que la han impresionado. Desde el coloquialismo inicial de Por este medio» avanzamos hacia una creciente tropologización y, en ocasiones, hacia una complejización de los referentes del poema (intertextualidades, ciertos guiños herméticos o autorreferenciales), que no altera la presencia de un yo intensamente lírico y bastante apegado a una voz autoral que mantiene, a todo lo largo de esta sucesión de poemarios, una suerte de hilo conductor confesional y polemista acerca de temas sociales o privados con una similar eficacia.
La Historia, cuando aparece, lo hace como telón de fondo que provoca la angustia del individuo y lo conmina a paliar esos encontronazos indeseados pero inevitables con el antiguo arte de cantar su dolor y sus inquietudes. Elegíaca en muchas ocasiones, tenuemente erótica en otras, metafísica alguna vez, la poesía de Carmen Serrano transita, insisto, de lo íntimo a lo social y va de nuevo a lo íntimo, sitio en el que para ella está el receptor ideal: ese sujeto contemporáneo escindido por el peso de la política, de la ideología, de la economía y de otros demonios, pero listo para intentar salvarse gracias al crecimiento espiritual.
Un rasgo interesante del presente compendio es la inclusión en él de algunas miradas críticas, organizadas en orden cronológico, sobre los cuadernos que componen la obra de Carmen Serrano. La diferencia entre las maneras de entender la poesía y el acercamiento exegético a ella que puede haber entre escritores tan disímiles como Luis Suardíaz, Alberto Rocasolano, Lina de Feria o Enrique Saínz, habla por sí sola de una característica importante de la producción de Carmen: puede ser leída con gusto y provecho lo mismo por quienes gocen de una poesía más social, anecdótica y ―transparente―, que por quienes busquen en el poema un trasfondo teórico o filosófico que adense su propuesta conceptual o haga más profunda la ya declarada opacidad concerniente al lenguaje con que esta se expresa.
Y aquí me detengo. No pretendo sustituir ninguno de los acercamientos mencionados ni convertir estos apuntes en un prólogo o estudio introductorio que, en buena ley, las páginas siguientes no necesitan. La poesía, cuando vale, se defiende sola. Sirvan, pues, estas notas de puente entre la palabra poética de Carmen Serrano y la complacencia de sus lectores o de quienes comiencen a dialogar con ella.
Jesús David Curbelo, La Habana, junio 2017