PRESENTACIÓN DEL LIBRO CONCIERTO PARA ARRULLAR A UN ÁRBOL AÑO 2011

PRESENTACIÓN DEL LIBRO CONCIERTO PARA ARRULLAR A UN ÁRBOL AÑO 2011

DEL ÁRBOL Y SUS REMEMBRANZAS POR EUGENIO MARRÓN CASANOVA

De un verdor te desnudas,

y otro verdor te cubre;

lo que te quita octubre,

te restituye abril.

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Palabras que se dilatan por los resquicios de la añoranza y desde allí su obsesión para formular la textura de una ojeada al tiempo ido; palabras que buscan no sólo el ambiente que restituya el orden más justo para su rescate, sino además la comprensión más íntima de cada instante y su resplandor al ser referido; palabras que se consuman a través de –bien vale decirlo con unos versos de Mariano Brull- ―claro silencio a luz entera‖: tales son las que interesan a Carmen Serrano y su empeño por que sea un ―Concierto para arrullar a un árbol‖.

Los poemas escritos con aquellas palabras guardan un pacto entre su comienzo y su fundamento, un pacto que la escritura asevera como santo y seña para su observancia: ―un árbol es también la sustancia de un presagio‖, nos dice la autora, y en esa medida ya sabe el lector que el título invita a otro requiebro posible, allí donde la predicción ya no es acertijo por dilucidar, sino la otra lectura de lo desentrañado, en ejercicio de recordación que nunca excluye la concordancia, entre los tiempos más diversos, para su mejor comprensión.

Desde las aserciones más propias del retrato en clave personal –―nací en un barrio de agua /cerca del desconcierto‖-, para seguir por la mirada que se observa a sí misma pasados los años, como en las ―Fresas salvajes‖ de Bergman, para testificar otra estampa a merced de la nostalgia –―… la contemplo en su portal /haciendo un brindis con las copas del aire, /o cosiendo con la aguja mágica de sus dedos /manteles para la mesa de los reyes…‖- y hasta llegar a ―…una senda escabrosa, un alto en el camino…, la voz no cesa de autoafirmarse.

 

Como un álbum de familia, con imágenes que en algunas ocasiones se pueden asociar a un aroma cercano al daguerrotipo, el ―Concierto para arrullar a un árbol‖ afirma su armonía en varias posibilidades que a modo de instrumentos, ejecutan sus partes y desembocan en suma que traza un itinerario vital entre sosiegos y desvelos: la familia y el amor, el olvido y la memoria, la amistad y el destino…

Particular énfasis tiene siempre en estos poemas la naturaleza; luz de jardines, plantas que se bifurcan en otras plantas, rumor de las hojas batidas por el viento, fluir de manantiales, olor a maderas en troncos o en cofres, provisión de detalles sensoriales que una y otra vez, son aprehendidos en un rapto. ―El tiempo es una chispa, /un ojo que se cierra soplado por el aire‖, dicen unos versos y en tal sentencia bien radica el reclamo de estos poemas: antes que la chispa cese y el ojo guarde lo que el aire conmina a clausurar, la palabra deja su fiel.

En algún verso de este ―Concierto‖ se alude al ―polvo de sicomoro‖ y la frase en cuestión no puede resultar más halagüeña para precisar la materia que nutre estos versos: planta originaria de Egipto, cuya madera incorruptible permitía a los tallistas del faraón concebir las más primorosas arcas, el sicomoro es huella en la fibra de los días. Así lo dice Carmen Serrano a la hora del árbol y sus remembranzas.

Eugenio Marrón Casanova, Holguín, enero de 2011