Reconocimiento en el espacio
el autor y su obra

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La Habana, 25 nov (ACN) El espacio El autor y su obra, que auspicia el Instituto Cubano del Libro, retomó hoy sus presentaciones con un homenaje a la destacada escritora y poetisa Carmen Serrano Coello, ocasión en la que también se recordó al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el cuarto aniversario de su desaparición física.

En el salón del Centro Cultural Dulce María Loynaz, en esta capital, se reunieron escritores, poetas, intelectuales y amigos de la congratulada, quienes en sus intervenciones valoraron el alcance literario de quien en su currículo incluye la publicación de más de 10 libros y numerosos distinciones y reconocimientos.

Sobre la homenajeada, quien es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, habló el ensayista y crítico literario Enrique Saínz de la Torriente, quien se refirió a sus cualidades como escritora y persona y dijo que la personalidad de la Carmen le permite expresarse con mesura en sus valoraciones al valorar a otros autores y sus obras, lo cual no le impiden escribir su propia obra poética.

La poetisa y narradora Reyna Esperanza Cruz se detuvo en la obra poética dedicada a los niños, en la que conjuga, amor, paisajes, fauna, historia, ternura y cubanía, dos palabras, dijo, que califican a Carmen en ese género.

Ella tiene muchos reconocimientos, pero el mayor de todos es el que le dan los lectores, y principalmente el de los niños, para quienes ha escritos varios libros.

Sobre su obra ensayística, Virgilio López Lemus, poeta, ensayista, crítico literario y de arte, significó que Carmen es una artista de la palabra, desde su primer libro hasta el último, titulado De la poesía al ensayo, tiene una obra lírica digna y de realce para la literatura y la cultura cubana.

En la actividad también se leyeron valoraciones realizadas por los escritores Lina de Feria, quien hizo un análisis de la obra poética para adultos, y Waldo Leyva, queien recordó el quehacer literario de Carmen durante su paso por Baracoa y Santiago de Cuba. Ellos, al no poder estar presentes en el homenaje, decidieron enviar por escritos sus mensajes de salutación.

Carmen Serrano Coello cerró el encuentro con una breve reseña en la que dio a conocer pasajes de su vida y obra, sobre todo cuando laboró en la ciudad primada de Baracoa, donde fundó en 1972 la conocida revista Maguana y realizó una encomiable labor como promotora cultural, y formadora de las jóvenes generaciones.

Carmen, quien ostenta, la Distinción por la Cultura Nacional, incluye entre sus libros Por el cauce de mi rio, Por aquí andan mis ángeles, Una paloma de espuma , Esas ovejas que nos balan dentro, Concierto para arrullar a un árbol., Vuelvo a discurrir con el agua, entre otros.

Irasema Cruz Bolaños, poetisa y actriz, quien declamó una poesía de la autoría de Carmen, y el tenor Angel Carlos Pérez Juárez ofrecieron su arte en esta velada, también homenaje en su sensibilidad poética y humanismo.

La Habana (25 de noviembre de 2020) Carmen Serrano Coello, mujer vivaz y de lucidez proverbial, entregada al arte literario por más de medio siglo, es recibida con beneplácito esta tarde de noviembre en la sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Homenajear y reconocer a la multipremiada autora en el espacio creado por el Instituto Cubano del Libro “El autor y su Obra” fue el primer propósito del encuentro.

Abrazar con las miradas e intercambiar entre colegas y amigos, el segundo acto más importante de la tarde. La idea promovida por el Instituto retomó vida después de largos meses de confinamiento, es que mientras el mundo cruje estrepitosamente ante los males contemporáneos, el ambiente de la emblemática sala se tornó confidente y distendido. La aparente paradoja es fiel reflejo de que en la isla la vida cultural, tomando las previsiones adecuadas, continúa.

Con un historial dedicado a la cultura, apasionada por la magnánima creación literaria, la poetisa atravesó su tiempo desbordando enormes fuerzas comunicantes mediante las incesantes búsqueda de imprescindibles claridades, del misterio del ser. Batallas en la que Carmen cala por bondadosa al decir del literato Enrique Sainz. Por su parte, de la omnipresente Lina de Feria fluyen ideas que reseñan a una Carmen altamente sensitiva, sustantiva e inserta sin miedo al autodescubrimiento, cualidades que devienen de la escritora sanguínea, transparente, con larga formación y elevado desarrollo, alejada de letanías, tal como el buril asombroso donde se cuecen mundos singulares y formaciones naturales que se consumen en el fuego de la belleza.

Sus versos son armas de doble filo, ejecutante del leguaje y de la semántica. La escritora es sin más una maestra cuando poetiza lo intangible, singularizada en la proyección del sentimiento. En el mundo de Carmen el pesimismo y el optimismo entretejen sin transnochamientos. De una creación inteligente resulta una escritora qué hay que seguir por su dedicación al apartar el mundo de sus lados oscuros.

Nutrida de verdades ajenas y propias en sus versos libres o en su prosa poética, la obra para los niños salida de su fuero enamorado no deja de ser profunda y asombrosa. Si algunas palabras definen a Carmen habría subrayaría: ternura, fauna, flora, ríos, Baracoa y Sagua, todas en la infinitud de paisajes que proyectan y fluyen desde la gracia de los constructos textuales que propone. Tal es así que el escritor Virgilio López Lemus sentencia que el apellido de la escritora muestra el carácter de las serranías donde inició como mujer comprometida con la realidad circundante y desde donde ha brotado hasta la fecha. Acoto, cuál manantial confluyente entre el arroyo de la sierra y el mar.

Reseñar todo lo dicho durante la velada emociona y enriquece, hasta logra convertirse, con sana envidia, en un referente. Escucharla agradecer con humildad el caudal de calificativos ganados por su alma buena y limpia trasciende las fronteras del cariño y el respeto para impregnarse en ámbito campeante del amor. El acto alcanzó la cúspide cuando de una de sus discípulos, de los tiempos de Oriente, llegó la interpretación exacta de la grandeza, simplemente “Carmen fue la maestra que polinizó mi vida”. Reflexiono al escuchar la metafórica frase, privilegio de ser uno de sus amigos y tener el honor de acompañarla esta tarde donde el polen se hizo miel sana y milagrosa.

Carmen del Pilar Serrano Coello.
Esta bella señora, es Carmen del Pilar Serrano Coello, Licenciada en Filología de la Universidad de Oriente, nacida en Sagua de Tánamo, pero baracoesa de alma y de corazón.

Fundadora del Taller Literario de Baracoa y de la revista Maguana (portavoz de los escritores de la villa), desarrolló una intensa labor en la Casa de la Cultura local, en función de preparar a una pléyade de escritores que luego iluminarían a la ciudad con sus obras.

A ellos imprimió no solo el amor a las letras, sino también a la ciudad, a su belleza y tradiciones culturales. Poeta ella misma, con más de trece libros publicados, dejó una huella en la villa que no se ha borrado a pesar de su prolongada ausencia.
Carmen es una figura cimera de la cultura baracoense, que aun viviendo en La Habana, sigue cantando a la urbe que la acogió como hija. Apegada a la revolución y a la patria, Baracoa le concedió el Escudo de la Ciudad y la AHS le otorgó el diploma XXX aniversario de las AHS.

Entre tantos reconocimientos, recibió la Distinción por la Cultura Cubana y el Premio Samuel Feijóo de la Sociedad Económica Amigos del País.

Para ella, estamos pidiendo dignamente, que se le conceda la distinción de Hija Ilustre de la Villa en sus próximos 510 aniversarios.

Hace apenas unos meses, y a solicitud de Gerardo Calderín, quien preparaba un libro sobre la labor de la juventud en la antigua provincia oriental durante las décadas del sesenta y setenta, redacté una suerte de memoria sobre lo hecho en esos años por la Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente. Este fue un movimiento que generó una intensa labor artística y literaria en toda la región y significó, sin duda, un aporte insoslayable en el desarrollo cultural de la nación, durante esas primeras y decisivas décadas del triunfo revolucionario. Nuestros jóvenes creadores de entonces, se entregaron sin reserva, conscientes de que cada obra emprendida por ellos en el teatro, la literatura, las artes plásticas, la música, la danza, la edición de libros y revistas y la promoción, contribuía al enriquecimiento de nuestra identidad cultural y a la consolidación de nuestra independencia como nación. Ese movimiento nacido en los primeros días de 1967 tuvo por escenario toda la antigua provincia de Oriente. Algunos municipios se destacaron particularmente y, entre ellos, me gustaría destacar Baracoa donde nuestra homenajeada de hoy, Carmen Serrado Coello desarrolló una labor significativa como creadora, editora de la Revista Maguana y promotora cultural entre niños adolescentes y Jóvenes.

Conocí a Carmen en esos días de fundación, cuando la cultura, el país, la historia, parecían depender de nuestro destino personal y nos entregábamos sin más recompensa que la de ser actores, anónimos a veces, de algo que nos rebasaba pero que no sería posible sin nuestro esfuerzo individual. La recuerdo en aquellos días, infatigable, inconforme con lo que no respondía a lo que se aspiraba, escribiendo siempre, reclamando la atención que merecían los que con ella iban haciendo la obra necesaria y a veces se les condenaba a las sombras. Mostrándonos, a los que llegábamos llenos entusiasmo, la belleza del paisaje, la majestuosidad del Yunque, la soberbia del mar, la trasparencia de los ríos, las leyendas, los sabores únicos de la gastronomía y la repostería baracoesa; pero, sobre todo, el alma de la gente, de aquellos que la acompañaban en la hermosa aventura de dialogar con la historia, la naturaleza y la vida cotidiana de un pueblo que había hecho suyo. Recuerdo todavía la alegría que nos dio entregarle, en aquel temprano 1972, el premio de poesía José María Heredia; premio que habíamos creado para homenajear a quien fue y es, nuestro primer poeta nacional a pesar de que entonces, y aún hoy, se le sigue hurtando el reconocimiento que merece. Carmen debe sentirse honrada de haber recibido ese premio, y ser ahora objeto de un merecido reconocimiento precisamente en un año donde se cumple el 200 aniversario de haber inaugurado Heredia, con su poema al Teocalli de Cholula, el romanticismo en nuestra Lengua. No quería dejar pasar este simbolismo que me parece extremadamente hermoso.

Carmen, mi entrañable amiga Carmen, la poeta Carmen, la promotora cultural que se entregaba en diálogo intenso con los niños y jóvenes de entonces, algunos de los cuales seguramente hoy la recordarán con la gratitud que merece; la editora de esa revista que, desde su Baracoa inolvidable, nos dejaba saber el latir de la época expresado por los escritores y poetas que en ella encontraron abrigo y voz; esa Carmen Serrano, para quien los obstáculos no fueron, ni son, una impedimenta sino un acicate para seguir en pos de sus propias metas que son también las de su generación; esa poeta que ha sabido desentrañar en sus versos la grandeza de lo simple y ha tocado con ellos las más hondas vibraciones de ese espíritu creador que habita la cárcel de aire puro donde tiene su trono la poesía; esa Carmen Serrano es la que hoy viene ante nosotros a recordarnos que el éxito verdadero solo tiene un modo de conseguirse: perseverar en lo que se ama.
Waldo Leyva
México y noviembre 2020.

Los motivos literarios de la poeta y escritora Carmen Serrano Coello dieron comienzo a la nueva temporada del espacio El Autor y su Obra, este 25 de noviembre en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, un encuentro promovido por el Instituto Cubano del Libro para quienes gustan de los placeres de las letras y sus sonidos.

Imagen promocional del espacio El Autor y su Obra, dedicado a la poeta Carmen Serrano Coello.
Fotos: Cortesía de la autora

Varias personalidades de la literatura cubana rindieron homenaje a la poetisa, Licenciada en Filología por la Universidad de Oriente y ganadora de los premios de poesía Heredia y Regino Boti, entre otros reconocimientos. Una vida dedicada por completo al mundo donde las palabras y la lectura llenan los silencios.

El ensayista Enrique Saínz elogió en Serrano Coello la distinción de su humanidad, o sea, se trata de una de esas buenas personas que llena con su arte la vida. Así lo confirma el intelectual cubano: “En las conversaciones que he sostenido con Carmen a lo largo de estos últimos meses, he tenido la oportunidad de escuchar, maravillosa vivencia, aciertos y valoraciones que han venido integrándose en mis percepciones para abrirme nuevos senderos y para entender la realidad y los valores de una escritora, la que puedo calificar, sin temor a la hiperbolización, como muy refinada y de muy buen gusto”.

De igual forma, las palabras de la Premio Nacional de Literatura, Lina de Feria, se escucharon en la voz de la también poeta Yamilé Calcines. Desde el primer contacto con la literatura de Serrano Coello, en el año 2010, cuando Lina fue llamada para presentar un poemario de Carmen, avizoró en esta narradora un viaje por las escalas de lo hipnótico. “Vi como el dibujo del mito se sostenía como una estructura de principio a fin, en lo metafórico se movía con claves particulares y no recocía la asociación. Noté que había en aquel libro una misteriosa conexión entre las líneas de cada verso. En poemas como Calle Rampa, lo traslativo de las situaciones históricas evidenciaban la capacidad ficcionaria que la hacía no repetitiva, sino que ajena a tecnicismos”, asegura Lina de Feria.

“Mujer sustantivo” y “altamente sensitiva” son dos de los calificativos utilizados por la autora del libro Casa que no existía para definir a Carmen Serrano Coello, además de expresar la vinculación de la homenajeada con la lírica de los años 20 del pasado siglo. “Su desenfado no le tiene miedo al autodescubrimiento, en el que se nos aparece como compleja y contradictoria”, afirmó.

Luego, los análisis de la poeta Reina Esperanza Cruz ocuparon el centro de la cita literaria. “Carmen ha sabido vivir —recalca la también museóloga— ha dedicado su ya larga existencia y ojalá se extienda mucho más, a crear una obra mediante la palabra (…). En este empeño nada ha desdeñado, su mirada se ha posado en jardines y gentes, alegrías y tristezas, lo grande y lo pequeño, el sueño y la realidad”.
El poeta Virgilio López Lemus junto a Carmen Serrano Coello.

“Todo tiene un sitio en sus páginas, escritas con vehemencia y nutridas de verdades ajenas y propias. Carmen utiliza un lenguaje a ratos coloquial, a ratos hermético, con un asentado gusto por el verso libre, por el cual se desplaza extensa o brevemente, y en ocasiones prefiere la prosa poética, en la que se desempeña de manera excelente. Ha cultivado el soneto y la décima, esas estrofas cerradas que tanta contención requieren al tener que ceñir la medida del discurso y también ha salido airosa de ese desafío”, comentó Esperanza Cruz.

Como parte del espacio, las impresiones del poeta Virgilio López Lemus, así como del escritor y traductor Jesús David Curbelo, complementaron el homenaje al quehacer creativo de Carmen Serrano, una mujer talentosa que ha sabido, además, atraer las miradas del público infantil con historias y fantasías, sin dejar de plasmar los sentimientos en versos desde la sutileza, la dedicación y la magia que siempre tiene la poesía para renovar al hombre.

Vea el artículo original en el siguiente enlace:

http://lajiribilla.cu/articulo/carmen-serrano-en-la-literatura-las-escalas-de-lo-hipnotico

CUBALITERARIA

Carmen Serrano Coello
Publicado por: Marian Garrido Autor: Carmen Serrano Fecha: noviembre 24, 2020 En: Obras

Carmen Serrano Coello (Sagua de Tánamo). Poeta. Licenciada en Filología. Miembro de la UNEAC. Ha publicado innúmeros poemarios, entre los que destacan, Por este medio, Por el cauce de mi río, Una paloma de espuma, Por aquí andan mis ángeles, Esas ovejas que nos balan dentro y Un remo contra el agua. Poemas suyos aparecen en numerosas revistas y antologías del país y algunas del extranjero. Obtuvo el Premio José María Heredia y dos premios en el concurso Regino E. Boti, con poesías infantiles. Finalista en el II Certamen Internacional de Poesía Sant Jordi 2006 con el libro Casa perdida en la memoria. El espacio El Autor y su Obra que auspicia el Instituto Cubano del Libro dedica este mes a esta escritora.

El lucero aquel

Salta un año las colinas del augurio y todos vaticinan
sobre un cielo construido con afanes
o pájaros de espíritus que alzan vuelo para buscar un sol
que se apaga tan solo de mirarlo.
En el sueño aparecen los suplicios y el débil gemir de torturados
que regresan a los sitios donde fueron felices,
hasta que les revierten con nuevos ataques las memorias.
Las alucinaciones sobre el lago traen su cristal de agua
pero la sed no muere en la contemplación.
Fascina el encuentro con la sombra nevada
que pone corona a la tanta soledad de los creadores.
Nadie entiende, dónde está escondido el fardo de los miedos
que presienten detrás de mí optimismo.
Ahora no están las palabras, los asombros,
ante este desafío para ganar espacio.
El sitio de la infancia desapareció
chamuscado por el fuego del tiempo
y esta nueva zona cae en tierra de nadie.
¿Acaso son solo alimento de dioses los frutos
de la huerta que cuidé contra la intromisión
de gusanos y moluscos?
Por allá están tañendo instrumentos de celos,
que convierten en ruidos profanos la armonía.
Caigo en éxtasis y convoco a Medea
para que duerma al dragón que me acecha.
Luego danzo, embriagada por la música que me brinda Casandra.
Profeta, ya no busques en mi mano el vaticinio.
El lucero aquel me está enviando señales.
Un árbol no me deja
La herencia modela bajo el sombrero nuevo,
persiste en su imagen de eterna colegiala
con perfume de nardo. Alas le brotan
que adormecen e inspiran
para que se monte la abuela en el prodigio
y escarbe la raíz que oculto con parches de recuerdo.
Este árbol no naufraga en mi laguna de añoranza,
no aviva el fuego que me quema los sonidos
con que me arrullan los sinsontes de las agudezas.
Los pájaros de las figuraciones trazan círculos raros
Hasta que llego a destinarlos de portón hacia un bosque
donde me alzo de pino o me derriba el viento
al que burlo cuando logro enderezarme.
Este árbol no se va de mi alegría,
viaja únicamente en el lento batir con que lo pulsa el aire
o en las profundidades del misterio cuya estirpe
me censura el embuste de la indiferencia.
La mirada del párvulo no sostiene el arrojo
ni abre los caminos a la superstición por la caída de las hojas.
La soledad no tiene amaneceres luminosos sino ramas
para esconderme de la picana del destino.
Ya no intento sonsacar a las abejas del tedio
para que expriman miel en mi infinito.
Pienso en la aurora o me planto en ella excluyendo el tiempo vivo
y la lucidez resiste el atropello. El desasosiego me incorpora
y desfilan por mi lado tropas clandestinas
que intentan destronar a las reinas de las inocencias.
Sordo a la tempestad, entra el rostro que amé,
vibra el vaivén de un cuerpo evaporado y se abre el páramo que crece
mientras adormecida busco la paz en el nido del árbol.

Armonía

Hay que cultivar nuestro jardín.
Voltaire
Esas aves que trinan su contento
acondicionan las meditaciones.
Soy la dueña feliz de esas visiones
que embellecen la gracia del momento.
No es surreal mi alegría sin tormento,
Breton no es inventor de mis reacciones,
ni abre castillo a las aspiraciones
de este mundo de paz que me consiento.
No soy Cándido, aquel del optimismo,
no es que todo ande bien en mi morada,
ni que lo individual haga el realismo.
Es que de mi interior saco la suerte
de una armonía en hechos solventada
que me ha de acompañar hasta la muerte.

Desde nuestro mundo

Con la cinta que las indiscreciones usan para medir
andan calculando el andar hacia metas en ocasionas desmoronadas,
bajo la capa endeble de riesgos fiscalizados
o las ráfagas de las creencias en el hecho del «no se debe hacer»,
como si todo estuviese dispuesto a obedecer sentencias.
Acordamos construir nuestro imperio
sin medir el antaño, el presente o lo que habrá de venir,
o disponernos a calcular absurdas realidades
o planificar destinos, migraciones o encuentros.
Existimos entre palabras o mensajes tan vívidos,
en inconclusos vestigios de normalidades diferentes,
como caricias, te quiero o similares arrebatos
o, para ser más reales, hacemos el ritual de las discusiones
que nos han acercado a un divorcio fantasmal que no logra rendirnos.
Hasta se hablaría de amnesia, profecías o traiciones,
no logrando incluir a quienes o a que, y por eso, y por todo
continuamos depurando la nobleza de nuestra aventura
nutrida con besos y abrazos virtuales o alguna otra especie de alegrías
sin permitir que las indiscreciones nos vulneren.
Para la aceptación de un sino irrefutable
Claro que no hay veneno más idóneo
que ese que nos inyectan los espectros del conflicto,
acaso ni la cicuta de Sócrates sería tan poderosa
para dejar sin aire los pulmones de la dicha.
Duele doblar la esquina sin saber qué hallaremos,
sentir que esa columna de tedio nos está interceptando,
que la memoria trae tenazas para cortar sonrisas
y nos hace el paso corto y perezoso.
Cuando el tiempo incita a contemplar luceros
y la palabra sale detrás de quien no escucha,
y la hora de dormir comienza a despertar los grillos de la ausencia,
y las limas para rallar los huesos trabajan sin descanso,
y tendemos los brazos buscando apoyo y tocamos el vacío,
es hora de aceptar que estamos y estaremos solos
sin remedio.
Mi árbol caminaba y camina
Me levanto con sueño porque anoche
salí a embrujar las sombras
que venían a robarme la paz
para posarla en la canasta del recuerdo.
Me vi transitar por calles sin destino,
tomada para un filme
cuyo rodaje se inauguró en el epicentro
de un astro indefinido donde la soledad crujía
mordida por el óxido del clima.
Y aquella disyunción de los viejos soldados,
que no pudieron disfrutar el triunfo, rompe los aires
y en el vacío mi abuela se queda sin mirada
cuando la niña (que fui) la empuja suavemente
hacia el viejo trono donde se ha quedado
(pienso) descansando.

Mi árbol caminaba y camina hasta el último sitio
donde habré de llegar. Dicen que la reina
no estaba en su aposento cuando el robo,
pero yo sí sufrí por el gran susto y fui a caer
en la alegoría del monarca con tanta turbación
que aún no reconozco donde habito.
De las llamas del pueblo surgió el paisaje agreste;
los románticos envidiarían la gran obra.
Pienso en la falta de luz que el retratista se ha perdido
y en las alhajas que volvieron al carbón.
El mercado campesino me saca la sonrisa:
Un simple fruto, un mamoncillo,
y de nuevo mi árbol.

Vea el artículo original en el siguiente enlace:

http://www.cubaliteraria.cu/carmen-serrano-coello/